EL
BAILE DE LA ERA EN TUDELA
(cuento para tudelan@s)
¡TIAAAAAAAAA!¡RARARARIAAAAAA!¡RARARIAAARARARIAARARARIAAAA! ¡POM! ¡POM, POM!
¡POM! ¡POM, POM!................
¡TIAAA!
¡TATRIARARIARARIA!¡TARIARARIARARIA!¡RARIARARIARARIARARIARA!¡RIARARIARARIARA....
¡Cagüen Sankalimotko! Sin empezar la Revoltosa y yo que acabo de perder la
zapatilla.
“Perdoneusté, ¿Ha visto una alpargata blanca con listones coloráus, así como
del 35 al 37, dependiendo de si es USA o CE size?. Hace un momentico la llevaba
yo aquí, en el pie, pero mientras me entretenía en buscar el pañuelo para la
Era la he perdido”. Y el pañuelo lo mismo, por el bujero del bolsillo del
pantalón. Ya me parecía a mí que por 2 euros en el Jesús Clemos 100% chicas no
me podían vender gran cosa. “Alguna tarica tienen”, me dijo la dependienta. Y
joder con la tarica, que por el boquete se me han ido las llaves del cuarto, el
pañuelo y un salvaslip odorfresh tanga que llevaba pa cambiarme después de la
corrida (de la de toros).
Bueno, pues me agarraré de mi pareja con la faja, por cierto... ¿Dónde está el
tío?.
“¡¡¡PATXIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII!!!”
“¡¡¡PAAAATXIIIIIIIIIIIIIIIIIII!!!”!
Este ha aprovecháu la ocasión para meterse en el mogollón con la rubia esa de
los pearcings que hemos conocido en la Beterri. Me temo que ya le hemos visto
el pelo en toda la noche.
En fin, yo me meto al corro y busco pareja, que alguno quedará suelto. ¡Ah!
¡Mira la Eva!
“¡¡¡EEVAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!”
Me ha visto. Le hago señas, a ver si tiene pareja. No la tiene. Cuando me
acerco a ella, me doy cuenta de que mi alpargata cuelga de uno de los barrotes
de la barandilla del kiosko. Le grito que me espere e intento encaramarme a la
barandilla. Imposible. Están con la Polka Pik y van todos de un lao a otro,
moliéndome a codazos. Pero yo soy una tía perseverante y, además, hoy es 24 y
aún quedará algún cristalico por la plaza. Y, oyes, por higiene y porque las
alpargatas de las cinticas me costaron 7 aurelios, que menudo timo. Consigo
llegar hasta la reja a empujones, que me siento como un almonteño frente a la
Blanca Paloma. De lo que no hay manera es de alcanzar la puta zapatilla. Les
hago señas a los gaiteros, pero ni por esas. Deben de creerse que les quiero
pedir el Paquito Chocolatero, porque yo creo que verme, me han visto, pero
pasan de mí. Finalmente, me arriesgo a jugarme el todo por el todo y grito:
“¡Fernando, o sueltas la flauta y me tiras la alpargata o el Lunes te boicoteo
la fragoneta de los Donuts y salen todos rodando por la cuesta del Elola!¡ Que
sé que aparcas donde la piscina!”
Yo no sé si es efecto de la amenaza o de que lo haya llamado flautista, el caso
es que suelta el instrumento, agarra la zapatilla y me la manda casi al velador
del “Aragón”.
“¡Gracias, majo!”, le grito, y me voy corriendo a buscar la alpargata antes de
que algún gracioso empiece a jugar a fútbol con ella.
A todo esto, tengo a la Eva esperando como un pasmarote. Ya ha empezado la Era,
están con lo de los brinquicos del principio. Nos agarramos con la faja porque
ella tampoco tiene pañuelo (compramos los pantalones de 2x1) y le pregunto.
“¿Chico o chica?” Mira delante y detrás nuestra. Algo así como las 25 parejas
que nos siguen y las 18 que nos preceden son de tías. De modo que pregunto a la
que tengo delante “Oye, perdona, ¡Eres chico o chica?”. Quizás hay
circunstancias en la vida en que esta pregunta te podría costar una demanda
judicial, pero la Era es la Era.
“Pues no lo sé. Espera”. Y le pregunta a la de delante. La de delante pregunta
a la de delante y así, hasta que, unas 35 parejas más adelante, hay una de
chico y chica. Despejada la duda, la noticia se propaga como la pólvora. Justo
a tiempo, porque ya llegamos a los punteos y aquí es importante conocer bien el
sexo para no meter la pata. Seguimos el baile y nos acercamos peligrosamente a
la jota vieja cuando...¡Joder!¡La chuleta!
¡La llevaba en el bolsillo del boquete!.
“Bien”- me digo- “No nos pongamos nerviosos. Sabemos dónde estamos, sabemos lo
que somos... Suponemos que la de delante también lo sabe,...... así que haremos
lo mismo que ella.”
Acaba el redoble del tambor y va a sonar la gaita. Yo me repito mentalmente:
“Me llamo Inma, estoy bailando la Jota Vieja y hoy soy chico, luego: un, dos,
tres hacia la cabeza, vuelta, punteo con la izquierda, un dos tres, un dos
tres, engaño, cinco vueltas. Bien, me acuerdo.”
Suena la gaita. La de delante da dos pasos hacia la cola y la de detrás empieza
con los punteos con la derecha. Para cuando me quiero aclarar, los del grupo de
los Divinos ya están por la tercera vuelta.
Bueno. Seguro que la siguiente sale mejor. Es la que empieza con los punteos
con la derecha, el engaño, una vuelta, la jota, un engaño y otra vuelta. Esta
vez parece que vamos todas a una. Cinco punteos, engaño a la cola, vuelta
“¡Eva, corazón, que las boleras son más adelante! ¡Es que no vamos a hacer bien
una maldita serie!”
De lo que no me acuerdo es de la última parte. No sé si eran 6 punteos, dos
engaños, el cruce y la vuelta o tres punteos, dos engaños, la vuelta y el
cruce. Le pregunto a Eva y me hace señas para que me deje guiar. Una vez que se
ha recuperado del lapsus de las boleras la verdad es que la tía está centrada y
bordamos la serie. Ahora ya sólo queda la última parte, que para esa no
necesito concentrarme. Empiezo con el pie cambiado las boleras, doy una vuelta
en vez de vuelta y media y, finalmente, clavo el pie equivocado
Y me doy un golpe de muerte en la rodilla al hacer el saludo final.
Termino la noche en la caseta de Protección Civil. El ATA me mira la rodilla,
tuerce el mostacho y me dice que, como mínimo, tres meses de escayola.