Los más txikis de Lumbier se adelantaron el día 5 a los mayores y fueron los primeros en correr las calles tirando de sus calderos, tal y como lo vienen haciendo desde tiempos inmemoriales en la villa, donde la víspera de Reyes constituye un día señalado especialmente en la agenda local.
Cualquier cosa que se pueda arrastrar y meta ruido vale para celebrar el día de los calderos y vivir esta costumbre ancestral en el pueblo. El día anterior, los padres prepararon las hileras de perolas, cazos y cuberteras metálicas bien atadas, y acompañaron a sus hijos que tiraron de ellas con sus amigos por las principales calles de la localidad. En la mañana del día 6 enero, de almuerzos y migas, los socios de Larrainenea les invitaron a una txistorrada.
Por la tarde, la cabalgata acompañada de la txaranga precedió al tradicional poteo de la víspera de Reyes, en el que todos los bares del pueblo invitan a los pinchos. La noche, como siempre, fue larga y ruidosa. En ella tomaron el relevo las jóvenes cuadrillas que arrastraron sus calderos principalmente por la calle Mayor.
Cencerradas El origen de la fiesta de los calderos de Lumbier se encuentra en las cencerradas famosas del País Vasco, en las que sus gentes corrían por las calles metiendo el mayor ruido posible con las esquilas y cencerros con la intención de ahuyentar el mal, los malos augurios, y fomentar la fertilidad de sus tierras. Otras cencerradas contempladas por los distintos investigadores serían las que estaban unidas a las bodas de las viudas en la Ribera, que los amigos festejaban con ruido; a los carnavales, cuyo principal testigo son los de Ituren y Zubieta, y otros, a la creencia de que sirven para llamar a los Reyes Magos para que no pasen de largo. Este es el caso de Lumbier, que celebra cada 5 de enero su fiesta denominada de calderos porque para hacer ruido no utilizan cencerros, sino calderos o perolas, que arrastran hasta altas horas de la noche y a la que se suman vecinos de la comarca.
el "reinau" La noche del 5 de enero es también la noche del reinau, una costumbre de los antepasados de Lumbier que perdura en algunos hogares, sobre todo de la calle Abadía. Consiste en que después de cenar toda la familia se reúne en torno a la mesa con la clásica baraja. El más pequeño, corta y la mujer mayor de la casa reparte una carta a cada miembro de la familia. Al que le toca el rey de espadas es nombrado rey, o reina, si es mujer, y pagará el rosco de Reyes. Es proclamado de una manera muy peculiar por la familia, que sale al balcón metiendo ruido con las perolas y gritando su nombre. La tradición de este juego tiene su origen en la Edad Media, y está muy vinculada al Rey de la Faba.
Cualquier cosa que se pueda arrastrar y meta ruido vale para celebrar el día de los calderos y vivir esta costumbre ancestral en el pueblo. El día anterior, los padres prepararon las hileras de perolas, cazos y cuberteras metálicas bien atadas, y acompañaron a sus hijos que tiraron de ellas con sus amigos por las principales calles de la localidad. En la mañana del día 6 enero, de almuerzos y migas, los socios de Larrainenea les invitaron a una txistorrada.
Por la tarde, la cabalgata acompañada de la txaranga precedió al tradicional poteo de la víspera de Reyes, en el que todos los bares del pueblo invitan a los pinchos. La noche, como siempre, fue larga y ruidosa. En ella tomaron el relevo las jóvenes cuadrillas que arrastraron sus calderos principalmente por la calle Mayor.
Cencerradas El origen de la fiesta de los calderos de Lumbier se encuentra en las cencerradas famosas del País Vasco, en las que sus gentes corrían por las calles metiendo el mayor ruido posible con las esquilas y cencerros con la intención de ahuyentar el mal, los malos augurios, y fomentar la fertilidad de sus tierras. Otras cencerradas contempladas por los distintos investigadores serían las que estaban unidas a las bodas de las viudas en la Ribera, que los amigos festejaban con ruido; a los carnavales, cuyo principal testigo son los de Ituren y Zubieta, y otros, a la creencia de que sirven para llamar a los Reyes Magos para que no pasen de largo. Este es el caso de Lumbier, que celebra cada 5 de enero su fiesta denominada de calderos porque para hacer ruido no utilizan cencerros, sino calderos o perolas, que arrastran hasta altas horas de la noche y a la que se suman vecinos de la comarca.
el "reinau" La noche del 5 de enero es también la noche del reinau, una costumbre de los antepasados de Lumbier que perdura en algunos hogares, sobre todo de la calle Abadía. Consiste en que después de cenar toda la familia se reúne en torno a la mesa con la clásica baraja. El más pequeño, corta y la mujer mayor de la casa reparte una carta a cada miembro de la familia. Al que le toca el rey de espadas es nombrado rey, o reina, si es mujer, y pagará el rosco de Reyes. Es proclamado de una manera muy peculiar por la familia, que sale al balcón metiendo ruido con las perolas y gritando su nombre. La tradición de este juego tiene su origen en la Edad Media, y está muy vinculada al Rey de la Faba.