Más de 140 dantzaris participaron en el primer festival de las merindades.
El encuentro tiene como objetivo rescatar las raíces folclóricas a través de la unión de los colectivos.
La peña Beterri y EDB consiguieron su objetivo de convertir las calles de Tudela en un punto de encuentro y escaparate del folclore navarro a través del Festival de las Merindades de la capital ribera. La cita unió a más de 140 dantzaris de colectivos de toda Navarra que, a través de la danza y el folklore típico de su zona, trasladaron a la ciudadanía la riqueza de las raíces y la identidad colectiva que atesoran sus formaciones. Así, por cada rincón de Tudela se pudo ver y oír la idiosincrasia de las merindades de Olite (Makaia, de Falces, dirigido por María Jesús Cortés), Pamplona (Duguna Dantza Taldea, dirigido por Aritz Ibáñez), Estella (Ex dantzaris de la Fundación Francisco Beruete), Sangüesa (Rocamador, dirigido por Iker Aramendia Landa), Ribera (Fustiñana, dirigido por Javier Beltrán), Ultrapuertos (Arrola de Baigorri, dirigido por Antxon Kurritxari); y el anfitrión Paloteado de San Juan del barrio de Lourdes deTudela (dirigido por Pedro Miguel Sánchez) .
Veteranos. Todos ellos dejaron una muestra de su esfuerzo por mantener músicas como las que acompañaron Paseos por el do o Minue de clarines, danzas representadas por Makaia que se apoyan en un pentagrama manuscrito del siglo XVIII encontrado en el interior de un órgano. También dejó patente la importancia de su historia Duguna Dantza Taldea, que fue creado en 1949 y que, en Tudela, mostró la nueva creación Iruñeko Espatadantza, estrenada hace quince días en San Fermín de Aldapa y que recrea las danzas que se llevaban a cabo en Pamplona en los siglos XVI, XVII y XVIII. Duguna acudió a la capital ribera con 31 dantzaris y 3 txistularis. Por su parte, Estella aportó la agrupación surgida de la Fundación Francisco Beruete, que se unió en 2003 con miembros de Larraiza e Ibai Ega. En Tudela se presentaron al público con La balsa de Torralba y La Era (creado en Estella, en 1903, con motivo de una visita de Alfonso XIII a la ciudad).
En cuanto a los sangüesinos, se acercaron hasta la comarca del Ebro con Rocamador. Según Iker Aramendia Landa, el grupo se formó hace 37 años y, desde su origen, se ha dedicado en cuerpo y alma a mantener las danzas típicas de su zona y a recuperar y crear otras relacionadas también con su historia. A través del tun-tun del Roncal, la Polka y la Jota de Sangüesa consiguieron transmitir por las calles del casco viejo cuál era su objetivo. Ante la ausencia del Grupo Municipal de Danzas de Tudela (que se encuentra de viaje), el grupo del barrio de San Juan que dirige Pedro Miguel Sánchez Eguialde fue el encargado de ejercer de anfitrión de las danzas tudelanas. Tras 33 años de existencia tuvieron mucho que decir y mostrar en el encuentro organizado por la Beterri. Por otro lado, desde Baja Navarra o Ultrapuertos (a través de los veteranos Arrola, con más de 60 años de vida), el público tudelano conoció la Dantza Korda y los bailes Alemanak, Gabota o Euskaldunak. Finalmente, Barde Ribera (Fustiñana) representó el Paloteado de su localidad, recientemente recuperado tras intermitentes apariciones en 1979 y finales del siglo XX. El festival fue un éxito de público que culminó en la plaza de la Judería.
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El encuentro tiene como objetivo rescatar las raíces folclóricas a través de la unión de los colectivos.
La peña Beterri y EDB consiguieron su objetivo de convertir las calles de Tudela en un punto de encuentro y escaparate del folclore navarro a través del Festival de las Merindades de la capital ribera. La cita unió a más de 140 dantzaris de colectivos de toda Navarra que, a través de la danza y el folklore típico de su zona, trasladaron a la ciudadanía la riqueza de las raíces y la identidad colectiva que atesoran sus formaciones. Así, por cada rincón de Tudela se pudo ver y oír la idiosincrasia de las merindades de Olite (Makaia, de Falces, dirigido por María Jesús Cortés), Pamplona (Duguna Dantza Taldea, dirigido por Aritz Ibáñez), Estella (Ex dantzaris de la Fundación Francisco Beruete), Sangüesa (Rocamador, dirigido por Iker Aramendia Landa), Ribera (Fustiñana, dirigido por Javier Beltrán), Ultrapuertos (Arrola de Baigorri, dirigido por Antxon Kurritxari); y el anfitrión Paloteado de San Juan del barrio de Lourdes deTudela (dirigido por Pedro Miguel Sánchez) .
Veteranos. Todos ellos dejaron una muestra de su esfuerzo por mantener músicas como las que acompañaron Paseos por el do o Minue de clarines, danzas representadas por Makaia que se apoyan en un pentagrama manuscrito del siglo XVIII encontrado en el interior de un órgano. También dejó patente la importancia de su historia Duguna Dantza Taldea, que fue creado en 1949 y que, en Tudela, mostró la nueva creación Iruñeko Espatadantza, estrenada hace quince días en San Fermín de Aldapa y que recrea las danzas que se llevaban a cabo en Pamplona en los siglos XVI, XVII y XVIII. Duguna acudió a la capital ribera con 31 dantzaris y 3 txistularis. Por su parte, Estella aportó la agrupación surgida de la Fundación Francisco Beruete, que se unió en 2003 con miembros de Larraiza e Ibai Ega. En Tudela se presentaron al público con La balsa de Torralba y La Era (creado en Estella, en 1903, con motivo de una visita de Alfonso XIII a la ciudad).
En cuanto a los sangüesinos, se acercaron hasta la comarca del Ebro con Rocamador. Según Iker Aramendia Landa, el grupo se formó hace 37 años y, desde su origen, se ha dedicado en cuerpo y alma a mantener las danzas típicas de su zona y a recuperar y crear otras relacionadas también con su historia. A través del tun-tun del Roncal, la Polka y la Jota de Sangüesa consiguieron transmitir por las calles del casco viejo cuál era su objetivo. Ante la ausencia del Grupo Municipal de Danzas de Tudela (que se encuentra de viaje), el grupo del barrio de San Juan que dirige Pedro Miguel Sánchez Eguialde fue el encargado de ejercer de anfitrión de las danzas tudelanas. Tras 33 años de existencia tuvieron mucho que decir y mostrar en el encuentro organizado por la Beterri. Por otro lado, desde Baja Navarra o Ultrapuertos (a través de los veteranos Arrola, con más de 60 años de vida), el público tudelano conoció la Dantza Korda y los bailes Alemanak, Gabota o Euskaldunak. Finalmente, Barde Ribera (Fustiñana) representó el Paloteado de su localidad, recientemente recuperado tras intermitentes apariciones en 1979 y finales del siglo XX. El festival fue un éxito de público que culminó en la plaza de la Judería.
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