La Cofradía de San Juan protagonizó la tradición, en la que sus integrantes dieron captura al bandido, que una y otra vez se resistió y, en su huida, arrastró al fondo de la balsa a muchos de los que ayer presenciaron el rito, la cita central de las fiestas patronales de San Juan.
Un hecho real ocurrido en el siglo XVI que ha dado pie a una de las tradiciones más longevas de la comarca, la captura y ajusticiamiento Juan Lobo, "el moro", que puso fin a los robos del bandolero en la zona de Codés. Fueron los vecinos de Torralba del Río, Mirafuentes y Otiñano quienes hartos de ver desvalijadas sus pertenencias decidieron lanzarse a la sierra en busca del ladrón que, según las crónicas de la época, murió en el encontronazo de una lanzada que le clavó un hombre de Mirafuentes.
Un hecho real ocurrido en el siglo XVI que ha dado pie a una de las tradiciones más longevas de la comarca, la captura y ajusticiamiento Juan Lobo, "el moro", que puso fin a los robos del bandolero en la zona de Codés. Fueron los vecinos de Torralba del Río, Mirafuentes y Otiñano quienes hartos de ver desvalijadas sus pertenencias decidieron lanzarse a la sierra en busca del ladrón que, según las crónicas de la época, murió en el encontronazo de una lanzada que le clavó un hombre de Mirafuentes.
De regreso a Torralba del Río, los ballesteros de San Juan Bautista se reunieron en torno a la balsa de la entrada de la localidad y pasaron lista para comprobar que no habían sufrido ninguna baja. Al ver que estaban todos los cofrades, comenzaron a bailar. Nacía así el Baile de La Balsa.
Y seis siglos después, Torralba del Río de la mano de la treintena de miembros de la Cofradía de San Juan rememora cada año en las fiestas este episodio. Y después de seis siglos, Juan Lobo sigue pagando su condena, ayer tras una búsqueda que comenzó a las siete y cuarto de la tarde. Esta vez el apresamiento no se prolongó mucho, bastaron cinco minutos para atrapar a José Ignacio Fernández Valpuesta, que se transfiguró en el bandolero escondido bajo un disfraz de ramas de parra y la cara tiznada de negro. El joven, de 29 años, interpreta el papel desde 2007 cuando tomó el relevo a su tío Luciano Fernández Fernández.
Los cofrades aparecieron trajeados como manda el ritual. Cientos de personas rodeaban ya la balsa para asistir a las carreras en los campos que circundan Torralba. Una vez atrapado Juan Lobo, y antes de pasar lista, se quiso recordar al cofrade Ricardo Fernández, vecino de Oyón (Álava) y que había fallecido ese mismo día. "Estaba casado con una vecina de aquí y nunca faltó a su cita con Juan Lobo", explicó Javier Iturria Sanz, que pidió a los presentes un minuto de silencio, que terminó con un aplauso.
Abierta a mujeres
Llegó el momento de pasar lista, una tarea que se encargó de supervisar los personajes de "el abad", "los mayordomos", y el "cursor", encargado de avisar a los vecinos con una campanilla de los actos más relevantes del año. Un mayordomo fue desgranando los nombres y, tras el recuento, los cofrades puestos en pie frente al abad interpretaron el popular baile de uno en uno al ritmo de los Gaiteros de Estella.
Llegó el momento de pasar lista, una tarea que se encargó de supervisar los personajes de "el abad", "los mayordomos", y el "cursor", encargado de avisar a los vecinos con una campanilla de los actos más relevantes del año. Un mayordomo fue desgranando los nombres y, tras el recuento, los cofrades puestos en pie frente al abad interpretaron el popular baile de uno en uno al ritmo de los Gaiteros de Estella.
Mientras Juan Lobo continuó con sus carreras entre la gente, y aunque la mayoría de los que terminaron remojándose en la balsa fueron cofrades también les tocó a dos adolescentes y varios niños. Ayer, solo recrearon la escena hombres pero, según indicó Javier Iturria, el colectivo está abierto también a la incorporación de las mujeres.
Y otra vez, y así ya suman seis siglos, Juan Lobo sería conducido a la plaza de Torralba del Río a lomos de un caballo donde escucharía su sentencia de muerte ya que a él se le achaca todo lo malo ocurrido durante el año. Un disparo de escopeta simbolizó su muerte. Aunque el año que viene, por San Juan, volverá a revivir.
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